• Basados en la Iniciativa Bridgetown, la propuesta de Barbados para cambiar las reglas del financiamiento climático, los países se reunirán esta semana para idear un plan que permita sobrellevar la policrisis causada por el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la pobreza.

Hassel Fallas (La Data Cuenta) y Michelle Soto (Ojo al Clima)

La urgencia de una reestructuración financiera para hacerle frente al cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la pobreza viene tratándose desde la conferencia del clima, realizada en noviembre pasado en la ciudad egipcia de Sharm el-Sheij (COP27). La conversación siguió en el Foro de Davos (realizado en enero), en las reuniones de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (efectuadas en abril) así como en los encuentros mantenidos por el G7 en este 2023.

Ahora, este 22 y 23 de junio, la ciudad de París (Francia) se sumará a estos espacios de discusión. Emmanuel Macron (presidente de Francia) y Mia Mottley (Primera Ministra de Barbados) co-presidirán una cumbre en pro de un nuevo pacto financiero mundial

“Vamos a llevar una agenda de reformas del FMI y del Banco Mundial para brindar más financiamiento a los países que más lo necesitan”, explicó Macron al resto del G7, en abril pasado, cuando se reunieron en Hiroshima (Japón).

“Cada vez más países del Sur Global tienen la sensación de que se les pide que hagan esfuerzos por el cambio climático cuando no se les ha dado ayuda suficiente para luchar contra la pobreza. No tenemos que elegir entre la lucha contra la pobreza, el cambio climático y la biodiversidad”, continuó.

“La transición justa es la única respuesta y presupone un choque concesional y una movilización más fuerte de nuestros instrumentos”, enfatizó el mandatario francés en declaraciones recopiladas por AFP.

En este sentido, el objetivo de la cumbre es abordar simultáneamente los retos del cambio climático, la biodiversidad y la pobreza a la vez que se ayuda a todos los países a cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Es así como la propuesta para un nuevo pacto financiero mundial descansa en cuatro pilares: el primero consiste en aumentar el margen fiscal y movilizar la liquidez; el segundo versa sobre aumentar la inversión en infraestructuras ecológicas; el tercero busca desbloquear la financiación para el sector privado en los países de renta baja; y el cuarto apuesta por diseñar soluciones financieras innovadoras para la vulnerabilidad climática.

No obstante, el tema de fondo será la reforma al FMI y Banco Mundial, los principales prestamistas a nivel mundial.

Acciones de la Sociedad Civil en la COP27.(Créditos: Kiara Worth / UNFCCC)

Sin guerra mundial, pero en crisis

Actualmente, la arquitectura financiera se basa en el Sistema de Bretton Woods. Se asienta en los acuerdos que buscaban reconstruir la economía tras la II Guerra Mundial, los cuales crearon al FMI y al Banco Mundial.

Para la economista camerunés, Vera Songwe, la situación actual vuelve a ser igual de urgente. “Si combinas todas las crisis actuales, parece que estemos atravesando una guerra”, declaró a la AFP. 

De hecho, Songwe co-dirigió un grupo de expertos sobre financiación climática que dictaminó que se necesitan US $2,4 billones al año, de aquí al 2030, para responder a la crisis climática. “De todas esas crisis, el cambio climático es la más urgente y la más prolongada, con efectos que ya están penetrando en todos los aspectos del desarrollo económico mundial”, advirtió.

Por esta razón, líderes mundiales -siendo Mottley la más vocal al respecto- piden una revisión a profundidad de los mecanismos de préstamo y donación del Sistema de Bretton Woods.

El FMI ya empezó a reaccionar. En el 2022 creó el Fondo Fiduciario para la Resiliencia y la Sostenibilidad, orientado a los países que enfrentan riesgos macroeconómicos a causa del cambio climático y las pandemias. 

Mediante este, el FMI ha logrado recanalizar algunos Derechos Especiales de Giro (DEG), activos de reserva de calidad equivalente a los activos en dólares que puede emitir esta entidad, pero aún no ha distribuido el dinero. Por el momento, se comprometió a prestar US$ 2.500 millones de DEG a cinco países: Costa Rica, Barbados, Ruanda, Bangladesh y Jamaica. 

Sin embargo, no es suficiente. Se requiere un nuevo sistema que ofrezca igualdad de condiciones, comparta la carga del cambio climático a la vez que genere prosperidad y seguridad a todos los países.

La aspiración de Macron y Mottley es que el nuevo pacto mundial de financiación ayude a sentar las bases para reformar el sistema financiero y combatir los elevados niveles de deuda, los cuales impiden que los países en desarrollo tomen medidas de acción climática más ambiciosas. Puntos que plantea la Iniciativa Bridgetown, la cual da base a esta cumbre.

Ahora bien, no todo tiene que ver con dinero contante y sonante. La reforma también debe darse a nivel de gobernanza. Las cuotas de voto en el Banco Mundial y FMI se basan principalmente en el tamaño de las economías y la apertura de mercado.

“Sin embargo, los países con mercados emergentes no tienen cuotas de voto correspondientes a su importancia económica actual. En este sentido, las economías emergentes y en desarrollo, que representan el 86% de la población mundial y suelen ser receptoras de los préstamos de estas instituciones, están infrarrepresentadas en los procesos de toma de decisión. Lo mismo ocurre con los países vulnerables al cambio climático”, se lee en el brief sobre la reforma del sistema financiero internacional y la agenda Bridgetown, elaborado por RECOURSE y Periodistas por el Planeta (PxP).

Más allá del rol protagónico de Barbados en la cumbre, de momento, Brasil -bajo el mando de su presidente Luiz Inácio Lula da Silva- es el único país de la región que tiene un asiento en los grupos de trabajo.(Créditos: IISD ENB)

Iniciativa Bridgetown

“Creemos que tenemos un plan”, declaró Mottley en la plenaria de la COP27, anunciando al mundo lo que sería la Iniciativa Bridgetown.

La Iniciativa Bridgetown toma el nombre de la capital de Barbados, precisamente porque este fue el país que propuso reformar el esquema financiero mundial, particularmente en lo que respecta al cómo los países desarrollados ayudan a los países más vulnerables.

Surge del trabajo de un grupo de economistas, académicos y representantes de la sociedad civil junto a Amina Mohammed, presidenta del Grupo de Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible, en julio de 2022. Su conclusión: los países necesitan mayor liquidez para cumplir con sus objetivos climáticos, sintetizados en sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC, por sus siglas en inglés).

Y, en este sentido, la Iniciativa Bridgetown propone tres pasos. El primero es proporcionar liquidez de emergencia, llamamiento que se dirige al FMI para que devuelva el acceso a sus facilidades incondicionales de crédito rápido y financiación a los niveles anteriores a la crisis; suspenda temporalmente sus recargos de intereses; reencauce al menos US $100.000 millones de DEG no utilizados a quienes los necesiten.

“Al mismo tiempo, el G20 debería acordar una ambiciosa Iniciativa de Suspensión del Servicio de la Deuda que incluya todos los préstamos de los Bancos Multilaterales de Desarrollo (MDB, por sus siglas en inglés) a los países más pobres, y los préstamos relacionados con COVID-19 a los países de renta media. Los principales emisores de deuda a los mercados deberían ayudar a normalizar las Cláusulas de Desastres Naturales y Pandemias en todos los instrumentos de deuda para absorber mejor los choques”, se lee en el plan.

El segundo paso consiste en ampliar los préstamos multilaterales a los gobiernos en US$1 billón: “la liquidez no es suficiente; estas crisis tienen raíces sistémicas. Sólo la inversión cambiará su curso. Los accionistas de los MDB deben aplicar las recomendaciones de la revisión independiente de los marcos de adecuación del capital del G20 antes de finales de 2022, y el Banco Mundial y otros MDB deben utilizar el margen de maniobra restante, el mayor apetito por el riesgo, las nuevas garantías y la tenencia de DEG para ampliar los préstamos a los gobiernos en US$1 billón. Los nuevos préstamos en condiciones favorables deben dar prioridad a la consecución de los ODS en todo el mundo y a la creación de resiliencia climática en los países vulnerables al clima”.

El tercer y último paso consiste en activar el ahorro del sector privado para la mitigación climática y financiar la reconstrucción tras un desastre climático a través de nuevos mecanismos multilaterales.

“La mayoría de los países vulnerables al clima no disponen de margen fiscal para adoptar nuevas deudas. Debemos ir más allá de las respuestas país por país, que han quedado empantanadas por cuestiones de quién debe hacer más. Necesitamos un mecanismo global para recaudar ayudas a la reconstrucción para cualquier país que se vea amenazado por un desastre climático. Y necesitamos una nueva emisión de US$ 500.000 millones de DEG u otros instrumentos a largo plazo y bajo interés para respaldar un organismo multilateral que acelere la inversión privada en la transición hacia una economía con bajas emisiones de carbono, allí donde sea más eficaz”, plantea la Iniciativa Bridgetown.

De esta forma, se busca que los países en desarrollo ya no tengan que elegir entre utilizar sus presupuestos nacionales para pagar las cargas de la deuda o invertir en la transición energética, la adaptación y la resiliencia.

Aunque no están en papel, otros temas han surgido en el marco de la socialización de la Iniciativa Bridgetown. Uno de ellos es obligar a que los productores de combustibles fósiles desembolsen dinero por su contribución al calentamiento global. 

“La propuesta, que todavía no ha sido desarrollada, apunta al establecimiento de una tasa sobre la producción de combustibles fósiles, siguiendo el modelo del Fondo Internacional de Indemnización de Daños debidos a la Contaminación por Hidrocarburos (IOPC Funds, en inglés). Una de las iniciativas busca gravar dicha actividad en un 2% para recaudar fondos que se distribuirán como donaciones a los países vulnerables que afronten pérdidas y daños derivados de impactos climáticos extremos. Otra opción sería hacerlo a través de la asignación de DEG”, se explica en el brief de RECOURSE y PxP. 

El otro tema tiene que ver con pérdidas y daños. Si bien la Iniciativa Bridgetown plantea préstamos para financiar la adaptación al cambio climático, no hace lo mismo con lo que respecta a las pérdidas y daños asociados a eventos climáticos extremos. 

Sobre este tema, RECOURSE y PxP señalan: “se propone una declaración automática de financiación cuando un suceso cueste más del 5% del Producto Bruto Interno (PBI) de un país. Todavía falta claridad sobre los mecanismos a través de los cuales se podría materializar esta propuesta; entre las opciones se incluyen una nueva asignación de DEG o acelerar el financiamiento privado por medio de instrumentos concesionales”. 

Durante la COP27, organizaciones de la Sociedad Civil se manifestaron en contra de los subsidios a los combustibles fósiles.(Créditos: IISD/ENB)

Posición de América Latina

Los países latinoamericanos han insistido en la necesidad de aumentar el financiamiento, incluso llegando a dejarlo en papel como fue el caso de la Declaración de Buenos Aires de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) de enero de 2023. En esta declaración se respaldó la Iniciativa Bridgetown y se celebró la inclusión de los países de ingresos medios en ella.

La mayoría de los países de la región son considerados de renta media y esto ha dificultado el acceso a donaciones, por lo que se ha recurrido al endeudamiento como mecanismo para lidiar con la crisis climática.

Ante este panorama, el debate sobre el instrumento mediante el cual se canalizará el financiamiento climático es de suma importancia para no profundizar aún más en las desigualdades. “Por tanto, al hablar de financiamiento climático, estamos incluyendo un nuevo elemento que puede resultar en un proceso de aumento de la deuda externa. Y gran parte de los países del Sur Global no tienen espacio fiscal para asumir nueva deuda”, señalan RECOURSE y PxP.

Y continúan: “el eje de la agenda Bridgetown es acelerar el financiamiento climático a toda costa. Sin embargo, en medio de una crisis de deuda financiera, con crecientes tasas de interés, cabe preguntar: ¿enfocar esta discusión hacia la creación de más préstamos y el rol del financiamiento privado generará los cambios estructurales necesarios para permitir a los países del Sur Global liderar sus transiciones justas?”.

Este reportaje es parte del proyecto colaborativo de investigación y análisis de datos entre La Data Cuenta y Ojo al Clima

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