• Japón y Alemania son los que más han contribuido con fondos multilaterales y de la OCDE, EE. UU. y Reino Unido están rezagados, mientras que China, Rusia e India han realizado, prácticamente, cero aportes.

Siete países son los responsables del 65% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que se han acumulado en la atmósfera en el último siglo (1910-2021). Sin embargo, su aporte a fondos multilaterales para ayudar a naciones en desarrollo en su acción climática ha sido, en conjunto, de menos de un cuarto de dólar por tonelada de carbono emitida. 

A esta conclusión llegó un análisis realizado por La Data Cuenta y Ojo al Clima a partir de bases de datos de la Fundación Heinrich-Boll y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). 

En los últimos 22 años, los siete mayores emisores aportaron US$235.000 millones a fondos multilaterales así como al Comité de Asistencia para el Desarrollo de la OCDE. Tomando en cuenta las emisiones liberadas a la atmósfera en ese mismo periodo de tiempo (poco más de un billón de toneladas), estos países aportaron tan solo US$0,23 por tonelada métrica.

Otros 54 países, la mayoría desarrollados, hicieron aportes por el orden de US$174.000 millones, lo que vendría a ser US$0,31 por tonelada métrica de carbono.

Los montos aportados por la totalidad de países a los fondos multilaterales y de la OCDE incluyen tanto donaciones como préstamos.

(Créditos: La Data Cuenta)

Aportes versus emisiones

Los siete países que más carbono han emitido en el último siglo, ordenados de mayor a menor, son: Estados Unidos, China, Rusia, Alemania, Japón, Reino Unido e India.

“En 2021, por ejemplo, el norteamericano promedio emitió 11 veces más dióxido de carbono relacionado con la energía que el africano promedio”, se lee en un estudio realizado por la Agencia Internacional de la Energía (AIE).

De hecho, y según AIE, el 1% de las personas que son mayores emisores tenía cada uno una huella de carbono de más de 50 toneladas, es decir, más de 1.000 veces a la del 1% de los menores emisores. Como referencia, el promedio mundial es de 4,7 toneladas per cápita.

¿Dónde residen estas personas con un estilo de vida intenso en carbono? El 85% de los mayores emisores viven en países que, a su vez, son grandes emisores de carbono como Estados Unidos, la Unión Europea, Reino Unido y Japón, así como China. También viven en países desarrollados como Australia, Canadá, Corea y Nueva Zelanda. 

El restante 15% reside en países de Oriente Medio, Sudáfrica y Rusia (uno de los siete mayores emisores), cuyas economías son desiguales en la distribución de la riqueza e intensivas en el uso de combustibles fósiles.

(Créditos: La Data Cuenta)

En cuanto a las personas que menos emiten, la mayoría reside en países en desarrollo de África y Asia, “donde consumen cantidades relativamente pequeñas de bienes y servicios, y en muchos casos carecen de acceso a la electricidad y a cocinas limpias”, señaló la AIE.

Ahora bien, y volviendo al análisis por país, cuando las emisiones de los diferentes sectores (no solo energía) se comparan con el aporte realizado a fondos multilaterales, los datos evaluados por La Data Cuenta y Ojo al Clima muestran que Japón y Alemania —ranqueados en el cuarto y quinto lugares de países emisores— son los que más han aportado dinero para la acción climática: US$1,7 por tonelada en el caso de Japón y US$1 en el caso de Alemania. Les sigue Reino Unido —ubicado en el sexto lugar del ranking— con una contribución de US$0,4 por tonelada.

Por su parte, Estados Unidos —el mayor emisor en el periodo 1910-2021— aportó US$0,1 por tonelada de carbono; mientras que la India —en séptimo lugar— ha contribuido con US$0,0003 por tonelada métrica.

Y los que menos aportes realizaron, a pesar de posicionarse en el segundo y tercer lugar en el ranking de emisiones, son China y Rusia (ambos con US$0,0001 por tonelada).

¿De dónde vienen esas emisiones?

Los combustibles fósiles son los mayores responsables por las emisiones de estos siete países, principalmente el carbón, el petróleo y el gas natural (en ese orden). La excepción la marcan Estados Unidos y Japón, que recurrieron más al petróleo que al carbón en el periodo analizado. 

Y esto no es de extrañar: el descubrimiento del carbón —la fuente energética de la Revolución Industrial— transformó a la humanidad, reconfigurando las economías y permitiendo el desarrollo de las naciones, mientras que el petróleo facilitó no solo la electrificación, sino también el transporte de mercancías y pasajeros. 

Como fuente de energía, los combustibles fósiles son versátiles, fáciles de manejar y almacenar porque no se degradan. Esas características justificaron su preferencia por encima de otras fuentes y pronto esto llevó a la dependencia.

(Créditos: La Data Cuenta)

No obstante, su quema libera GEI que se acumulan en la atmósfera porque esta no logra asimilarlos tan rápido como el ritmo de emisión que imponen las actividades humanas. Y, aunque los países se comprometieron —en el marco del Acuerdo de París— a reducir sus emisiones, lo cierto es que la transición energética hacia fuentes renovables, dado a que el sector energético es el más intensivo en carbono, no ha avanzado tan rápido como se requiere para limitar el calentamiento.

De hecho, las emisiones de dióxido de carbono procedentes de fuentes fósiles se incrementaron 0,9% en el 2022, alcanzando un récord de 36.800 millones de toneladas, según datos de la AIE. Más en detalle: las emisiones derivadas de la quema de carbón aumentaron 1,6% en el 2022, mientras que las de petróleo crecieron 2,5%. 

La cifra sería aún mayor (unas 550 millones de toneladas) en ausencia de las energías renovables (solar y eólica) así como de los esfuerzos en eficiencia energética, ya que el año pasado aseguraron el 90% del crecimiento de la producción de electricidad.

Todos estos escenarios se suman al hecho de que, para combatir el cambio climático, el financiamiento ha sido escaso y llega a cuentagotas a los países en desarrollo que también están destinando parte de ese dinero a pagar subvenciones para las energías fósiles. En el 2022, estas subvenciones se duplicaron con respecto al 2021, alcanzando un récord de $1 billón, según AIE.

Este reportaje es un proyecto conjunto de Ojo al Clima y La Data Cuenta que contó con el apoyo del Instituto de Prensa y Sociedad (IPYS) y el Centro de Periodismo de Investigación (CIJ).

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